24 Cuando llegaron a Capernaúm, los cobradores del impuesto del templo se acercaron a Pedro y le preguntaron:
—¿Tu maestro no paga el impuesto del templo?
25 —Sí, lo paga —contestó Pedro.
Luego entró en la casa, pero antes de tener oportunidad de hablar, Jesús le preguntó:
—¿Qué te parece, Pedro? Los reyes, ¿cobran impuestos a su propia gente o a la gente que han conquistado?
26 —Se los cobran a los que han conquistado —contestó Pedro.
—Muy bien —dijo Jesús—, entonces, ¡los ciudadanos quedan exentos! 27 Sin embargo, no queremos que se ofendan, así que desciende al lago y echa el anzuelo. Abre la boca del primer pez que saques y allí encontrarás una gran moneda de plata. Tómala y paga mi impuesto y el tuyo.
Wow. Esta mañana leí este pasaje y me hizo pensar. Después de todo lo que Jesús había hecho durante su tiempo con sus seguidores ¿llegó el tiempo cuando él no les sorprendía? Porque creo que si yo estuviera allí y Jesús me dijo ir a pescar para encontrar dinero para pagar los impuestos... me quedaría sorprendida. Y asombrada al encontrar plata en la boca de un pescado.
Señor, Padre nuestro, te alabo y te adoro. Tú eres increíble, asombroso, sorprendente, maravilloso y más. No hay palabras para describirte. Dejanos verte de nuevo cada día Señor - que paremos para admirarte y adorarte. Tú eres más que podemos decir o entender o comprender y eso está muy bien. Está MUY BIEN servir a un Dios que es más grande y grandioso que mi mente finita y humana puede imaginar. Ayudanos aquí en el Perú buscarte y encontrarte porque aunque eres tan fuera de nuestra alcance, TÚ VIENES A NOSOTROS. Tú vienes para mostrarte a nosotros y revelarte a nuestros mentes, para que te podemos conocer. ¡Gloria sea a tu nombre! ¡Qué amor! Abre nuestros ojos para verte para adorarte en espíritu y en verdad. Ahora y siempre.
«¡Al que está sentado en el trono y al Cordero,
sean dados la alabanza, el honor, la gloria y el poder
por todos los siglos! (Apocalipsis 5:13)
¡Amen!
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